Publicado en Colegio, el miércoles 19 de agosto de 2015

Creo que nunca lo conocimos así. Los frentes del legendario Colegio Nacional de Buenos Aires sobre las calles Bolívar y Moreno han vuelto casi a su estado y color original, el del año 1938 cuando se inauguró. Desde hace días, cuando me cruzo con algún ex compañero del secundario me cuenta con alegría, sorpresa y con infaltable orgullo lo bien que quedó. Bueno, no hace falta demasiada aclaración, se sabe que la tribu que fuimos al "Cole" somos un tanto insoportables.

La cosa es que después de años de estar cubierto por andamios, la fantástica fachada Beaux Arts reapareció. Sus veredas, ahora niveladas y con bolardos, sus añejos tilos, sus majestuosas escalinatas y ese imponente frente fueron testigos de las primeras declaraciones de amor, de las hoy anacrónicas guerras de huevos que se hacían los días de la "Vuelta Olímpica" y hasta de las corridas de la policía.

Luego de un profundo diagnóstico realizado hace más de 7 años y, como comentó el arquitecto Gustavo de Corral, director de proyecto de la dirección de Construcciones Universitarias, "con el objetivo de preservar el edificio como bien cultural y de respetar todo lo auténtico y original en la medida de lo posible, pero no a costa de la inutilidad" se lanzaron a las tareas.

Por indicación de los especialistas los frentes fueron sometidos a una limpieza general mediante un hidrolavado con agua fría y a una distancia controlada para no erosionar el sustrato del revoque simil piedra original. Se sacaron todos los elementos de fijación de cables, se retiraron el guano y los abundantes nidos de palomas y los infaltables musgos y líquenes propios del paso del tiempo.

Cuidadosamente, con martillos de goma fueron relevando el estado de los revoques, picando las superficies que estaban flojas y reemplazandolas con nuevos revoques que reproducen la granulometría y el color del paramento inicial. Repararon fisuras y grietas con selladores poliuretánicos. Y reconstruyeron las molduras afectadas por desprendimientos, agrietamientos, o erosionado irregular, respetando fielmente sus dibujos.

El basamento recuperó su textura original. ¡Si habrá sufrido pintadas y pegatinas! Esta vez lo hicieron con un hidroarenado a baja presión consiguiendo remover las capas y capas de grafittis que ocultaban las eternas placas de granito gris.

También las carpinterías metálicas, de madera y la herrería entraron en terapia intensiva. Las hojas verticales y las banderolas de madera de balcones y ventanas fueron retiradas y lavadas a fondo. Los postigones metálicos, arenados. Y ajustando y reemplazando las piezas en mal estado, consiguieron que las aberturas luzcan como nuevas.

Por Berto González Montaner

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