Publicado en Colegio, el jueves 28 de agosto de 2014

El pibe no agarró una novela en toda su vida. Ni loco. Poesía, ni hablar. Alguna historieta, puede ser, pero tampoco tanto. Lo suyo eran los videos, youtube, la computadora del derecho y del revés. Pero libros, no.

Sin embargo, este año ALGO pasó. Arrancó –raro– con Cumbres borrascosas . La terminó. Pidió más y una tía –tiene 17 años– le puso en las manos Bajo la misma estrella . Le duró poco. Atrás vino otro de John Green. Tecnológico, el chico, vive entre máquinas, inventa programas, todo.

Pero no quiere saber nada de libro electrónico: papel. Anda por la calle con la mochila y el libro afuera, bien visible; el glamour de la vieja cultura escrita lo perfuma. El libro es el texto, lo que dice, lo que se lee, pero también es un argumento de seducción. Dice que no está solo y la industria le da la razón: la literatura juvenil está pesando en el mercado y hasta aparecieron esos chicos –los Booktubers – que hacen crítica de libros en Youtube y se llenan de seguidores. Es que los chicos confían en los chicos para las recomendaciones.

En el Nacional Buenos Aires se formó una Comisión de Literatura, que arrancó justamente como un grupo para recomendar libros. Después organizaron charlas con escritores. Desde ahí, Camila Teitelbaum (16) cuenta que se trata de “promover la lectura dentro del colegio”.

Porque “vemos que lo que nos hacen leer para el colegio es de la prehistoria, ahora nos están haciendo leer el Mío Cid. Y no hablamos de nada de lo que esté pasando en la literatura de ahora”. Y cuando dice “de ahora” es “de ahora mismo”. La información circula entre los adolescentes de manera veloz y global: “Te enterás de lo nuevo que salió por redes sociales, por ejemplo en Tumblr vos te creás un blog y hablás con gente de cualquier lugar del mundo y pregunto que salió.”

El fantasy , dice Camila, es bueno a la hora de irse un poco de la realidad. Y piensa que Harry Potter –que hace unos días una Booktuber definía como “un clásico”– nunca va a pasar de moda porque “siempre hay alguien que lo descubre, que lo redescubre”. Mientras tanto, también “tengo compañeros que leen mucha poesía”. Y créanme: llegará el día en que sea una alegría haber leído el Mío Cid.

Patricia Kolesnicov, Revista Ñ, 22/08/2014