Publicado en Derechos Humanos, el jueves 15 de septiembre de 2022

Marcos Alberto Joaquín Luque, mi hermano, nació en Buenos Aires, en el Hospital Británico, la madrugada del 16 de junio de 1949. Yo tenía dos años. Nuestros padres, Elsa María Galante y Joaquín Antonio Luque, eran docentes y artistas. El arte formaba parte de nuestra vida cotidiana. A través de los cuatro abuelos, italianos y españoles, la herencia cultural de la vocación por el arte y la enseñanza, la fascinación por la belleza, la creación a través de la pintura, la escultura, la literatura y la poesía, gestaron una manera “de estar en el mundo”, de mirarlo, de transformarlo con el trabajo de las manos y del alma.

Desde muy chiquitos, jugábamos sentados sobre el suelo del taller de pintura de nuestro padre, rodeados de sus cuadros, mientras él pintaba. Crecimos juntos. Compartimos los juegos de la infancia, la amistad de la adolescencia y de la juventud. Fue determinante en el crecimiento de mis convicciones. Estudiamos y leímos. Nos reímos, debatimos y discutimos mucho. Me protegió con su vida.

Marcos siempre tenía sus manos en movimiento: “…las manos de Marquitos siempre modelan” -dice mamá en su historia-. Ella redactó nuestras historias de vida, sus embarazos, los nacimientos, nuestra infancia. Y después, escribió un diario dirigido exclusivamente a él, contando día tras día el desgarro de su desaparición, el terrible vacío inexplicable de su ausencia, cómo lo esperaba constantemente... Lo hizo hasta que tuvo fuerzas. Nuestro padre nos pintó y dibujó en las distintas etapas de nuestras vidas. Dedicó las exposiciones de sus obras al homenaje de su hijo desaparecido. Hasta la incertidumbre final de no saber nunca nada. Los dos fallecieron con ese dolor intacto en el corazón.
En los primeros años de nuestras vidas compartimos con nuestros padres la intensa experiencia del encuentro y contacto directo con las culturas originarias en el Pucará de Tilcara, provincia de Jujuy. Vivimos un mes en la Quebrada de Humahuaca, en la casita de la Universidad, cuando la UBA le encomendó a nuestro padre la realización de una escultura para el Pucará de Tilcara, sitio arqueológico de la Facultad de Filosofía y Letras. Recorrimos las casas, los corrales, los ponientes. Vimos las tumbas y los cráneos de los hombres que ahí habían vivido. Y ese paisaje y esa historia, con sus luces y sus fuerzas, quedaron en nuestros ojos para siempre.

En nuestra juventud, con espíritu aventurero, Marcos fue el audaz organizador de viajes familiares, en auto, por nuestra América: imponencia y aprendizaje. Y más tarde, en 1968, ayudó a nuestro padre en el nuevo proyecto para el Pucará de Tilcara, en nuestra querida Quebrada de Humahuaca.

Las manos sensitivas de Marcos siguieron creando constantemente. Construyeron y transformaron, combinando a su estilo, los objetos que “veía” útiles para su objetivo. Esculpieron con plastilina sus juguetes. Y, con su imaginación poderosa, dibujaron y dibujaron. Batallas de películas, vikingos, romanos, “vaqueros”, animales, caricaturas humorísticas, monstruos imaginarios, jinetes en escorzo, caballos en movimiento. Acción pura.

Cursó la escuela primaria y la secundaria en el Colegio Manuel Belgrano, de los Hermanos Maristas, en el barrio de Belgrano. Este gesto creativo fue también una característica hasta que se recibió de Bachiller. Es ilustrativo el dibujo que Marcos inventó para representar a su división: un “Pipo”, personaje fantástico, como un mosquito aguerrido y muy pícaro, ¡dispuesto a todo! El profesor titular a cargo de 5to. año “B”, Rev. Hno. Feliciano Gil Cuesta, escribió su semblanza como Bachiller de 1966 a partir de una conversación con Marcos: “Representante de ‘Los Pipos’, fue el artífice de banderas, distintivos y escudos que distinguían a este grupo de bachilleres de las Bodas de Oro. Siempre se vio al arquitecto que imaginaba, delineaba y creaba. De sus doce años de colegio, siete ‘largos’ según él se expresa, ha militado en movimientos de juventud, alguna vez con cargos de importancia. Le gusta la ‘escultura espacial’. Es hincha de Ríver y tiene buen recuerdo (por la práctica adquirida) de los numerosos exámenes rendidos. Aunque agradecido por la formación recibida en el colegio, hace la observación de que ‘podría haber sido más fecunda’.”

Temperamento muy fuerte y rebelde. Espíritu práctico, libertad y ternura. Fue un adolescente pleno. Muy jovencito jugaba al rugby con los compañeros del Colegio Marista en el Club Belgrano. Compartía con los primos larguísimos paseos en bicicleta. Curioso, investigador. Con la risa dispuesta y franca estallando espontáneamente. Cabello largo, patillas, y la pipa de madera. El amor, el rock y los Beatles.

Exigente la velocidad de los tiempos históricos: los movimientos culturales de vanguardia y los sucesos políticos de los ‘60 y ‘70 lo encontraron receptivo y lo impresionaron profundamente. “Tucumán Arde”, las experiencias artísticas del Instituto Di Tella, el “X Congreso Internacional de Arquitectos y de Estudiantes de Arquitectura” en Buenos Aires (1969). La Revolución Cubana, el Golpe militar de Onganía y la Noche de los Bastones Largos, la presencia del Che y su asesinato, el Mayo Francés, el Cordobazo y el Rosariazo, los Fusilamientos de Trelew en 1972. La vuelta a la Democracia en 1973. Derechización y Triple A. Operativo Independencia. Terrorismo de Estado: el Golpe Cívico Militar del 24 de marzo de 1976. Las dictaduras militares cercando siempre el camino.

El arte, entonces, se transformó en la expresión de una revolución, y la revolución, como herramienta colectiva para transformar una sociedad injusta. “Modelar” la arcilla de los cambios y transgredir los lenguajes para que la libertad y la justicia y la alegría sean para todos. La arquitectura desde la tierra y a la medida del hombre. Al servicio de la comunidad, un trabajo social pensado y gestado entre todos. Una casa nueva para un “hombre nuevo”.

Comienza su carrera de Arquitectura en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (UBA) en 1967 con entusiasmo y dedicación incondicionales. Como estudiante trabajó con pasión y con alegría cada entrega, cada dibujo, cada concepción urbana. Dibujos técnicos y disfrutes “plásticos”. Juegos líricos con el lápiz y la pluma. Expresiones plásticas caricaturescas que muestran la vida cotidiana, como las que retratan a Klay, el boxerito, el “eterno cachorro”, mirando asombrado, mordiendo su zapato, invitándolo al juego. Una obra de alegría amorosa de las épocas de estudiante universitario, cuando Klay lo acompañaba en las largas noches de preparación de entregas, enroscadito sobre sus pies, debajo de este mismo tablero mesa desde el que ahora escribo.

Con sus compañeros y compañeras de estudio integró equipos hermosos, responsables y conscientes. Participaron, entre otras actividades, en concursos: Anteproyecto Cinco Estaciones Experimentales del INTI /1972. Primer Premio//Anteproyecto Santuario y Casa Parroquial San Pantaleón, Mataderos/1972. Segundo Premio. Colaboradores docentes Cátedra Arq. Bustillo, Diseño I y II/1972.

Se recibió de Arquitecto con mucho orgullo en 1974. Cumplió con su servicio militar obligatorio como profesional en 1975, en la ciudad de Neuquén. Hay una hermosa correspondencia testigo de esta etapa. En esas cartas se lee la intimidad de su corazón, la evolución de su pensamiento y de sus decisiones.
En la Facultad Marcos se conectó con los movimientos políticos de la época. Fue militante del PRT. El adolescente se hizo hombre, tomó conciencia, asumió un testimonio comprometido con un proyecto colectivo, un proyecto político. Colaboró con su trabajo solidario en la construcción de casas y cloacas en barrios del conurbano. Así conoció a sus compañeros de militancia. Entre ellos, a Jorge Miguel Name (secuestrado y desaparecido el 16 de marzo de 1975) y a Amelia Ana Higa (secuestrada y desaparecida el 16 de mayo de 1977). Los tres, junto a las Compañeras y los Compañeros Detenidos Desaparecidos, 117 PRESENTES en la imponente Bandera en el Patio Central de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA).

En un Currículum Vitae, probablemente redactado poco tiempo antes del secuestro, texto a mano alzada, con una letra imprenta hermosa, Marcos enumeró cuidadosamente sus trabajos como arquitecto, su participación en proyectos y concursos en esos intensos años. Ocupado en la construcción de su carrera profesional, anotó sus búsquedas de trabajo como arquitecto y docente en la Ciudad de Neuquén, donde cumplía el servicio militar obligatorio como profesional. Ordenó sus carpetas de trabajo en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Belgrano, donde era docente.

En 1976 ingresó a trabajar en el CNBA en el Gabinete de Plástica –donde habían trabajado nuestros abuelos y nuestro padre-. Su presencia en el histórico Colegio enraizado en nuestra familia, representó un orgullo y una responsabilidad que afrontó con alegría. Lo último que escribe en ese CV manuscrito tan detallado, es: “Ayudante de Cátedra y Profesor de Plástica en el Colegio Nacional de Buenos Aires”, con las fechas 1976-1977.

1977, su último año de vida.


Marcos vivió con libertad esta familiar genealogía docente mientras trabajó en el Colegio. Gozaba esta tarea. La asumió con un aire renovador, fresco, diferente. Restauró los modelos de yeso que había donado el abuelo Luque al Gabinete de Plástica. Compartió con nosotros el orgullo y el cariño hacia sus alumnas y alumnos; exhibió sus obras analizándolas junto con papá. Exponía con disfrute las pinturas de sus estudiantes.

Ya estábamos en plena dictadura. Sabemos, porque Marcos nos contó, que había tenido diferencias con las autoridades del Colegio porque le habían prohibido usar un saco cuadriculado para ir a dictar clase y también por “saludar con un beso a sus alumnas y alumnos”.
Marcos compartía una franca relación con los estudiantes. Un alumno, Juan, sorprendido por su abrupta ausencia después del secuestro, le escribió una tarjeta: “Se le extraña, profesor…” Ese gesto de cariño es un testimonio de la sensibilidad del estudiante que convoca y espera a su profesor, en ese terrible momento histórico que vivía, siendo adolescente en un colegio oscurecido.

Está documentado este siniestro período oscuro.

El Rector Rómulo Maniglia (a cargo desde septiembre de 1975) implementó un régimen institucional afín al régimen militar genocida: Operación Claridad, censura, expulsiones, cesantías, prohibiciones, interrogatorios, delaciones, archivo secretos, Desapariciones.

Ciento ocho alumnos y exalumnos, y un docente, Marcos, son víctimas del Terrorismo de Estado. Todos militantes políticos. Militantes populares.
Este Rector firma la Resolución para “darle la baja” de su cargo docente, Ayudante de Clases Prácticas en el Gabinete de Plástica, con fecha 24 de mayo de 1977 a sólo tres días de su Secuestro, con un fin de semana por medio. Mentira cómplice en su Legajo Docente: Marcos no había abandonado su trabajo, estaba Secuestrado, y no sabíamos nada de su destino. Estaba Desaparecido.

A quién preguntar, adónde ir. Desolación Total.

El 17 de mayo de 2021, cuarenta y cuatro años después de ese hecho terrible, se realizó la entrega a la familia del Legajo Docente Reparado de Marcos (CNBA N° 3394), en una ceremonia institucional realizada en el Claustro Central del Colegio, compartida por toda la comunidad educativa. Allí consta la verdad histórica: Ausente por Desaparición Forzada, por accionar del Terrorismo de Estado.

Lo recibí en mis manos. Y sentí que las manos de Marcos, mi hermano, palpitaban presentes ahí mismo, en ese espacio en el que había trabajado con amor y conciencia.

Coherente con sus ideales y su militancia, Marcos entregó con conciencia su noble corazón.
Amó incondicionalmente a sus compañeros.
Nuestro primo Federico, nuestro amigo, testimonia: “… fue consciente de su final y no quiso escapar… Marcos me dijo: ‘me duelen mis compañeros muertos’ y se quedó.”
Quiso cuidar a la mujer que amaba. A sus amigos. A nuestros padres. Y a mí.

No hay testimonios de otros detenidos sobrevivientes que lo hayan visto en algún Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio. Pudo haber sido Campo de Mayo. El Campito. Vesubio. Los Vuelos de la muerte. El Río. Permanece Desaparecido, es “Ausencia por Desaparición Forzada”.

Marcos fue secuestrado a los 27 años de edad de nuestra casa familiar, en el barrio de Belgrano, Capital Federal, a las cinco de la madrugada del sábado 21 de mayo de 1977.

La patota de civil y poderosamente armada tocó el timbre y se presentó: “¡Fuerza legal!”.
Esas “fuerzas conjuntas” ya habían destrozado y saqueado su estudio de Arquitectura de Parque Chacabuco. Estábamos los cuatro en la casa.
-“Tiramos la puerta abajo” -dijeron los hombres oscuros disfrazados y camuflados como esperpentos. Yo abrí la puerta de calle.
En un instante vertiginoso me encontré inmovilizada con armas y puños contra la pared. Me usaron como escudo. Nuestros padres, adentro, custodiados con grandes armas.
De repente pude ver de costado que Marcos llegaba corriendo desde la puerta del zaguán hacia la puerta de calle ajustándose el reloj en su mano izquierda. Escuché su urgente voz:
- “Déjenla, déjenla. Soy yo”.
Y yo siempre escucho tu voz. Te entregaste, nos protegiste con tu vida.
También la voz de sus cartas: “solamente seremos felices y fecundos si afrontamos las responsabilidades que la hora actual nos coloca en nuestro camino”.
-“Mi hermanita (…), eso es lo que quiero, eso es lo que debo hacer, …es la única manera de sentirnos mejor, laburar mucho, mucho, en todo sentido. Es la única manera de crecer, esa es la única manera de empezar a ‘descubrir’. No estás sola, al contrario. Tenés una tierra extraordinaria, con una generación capaz de dar hasta lo último por ella. Dispuestos a trabajar, determinados a vencer, con fe, con amor.”
Tal vez un tiempo antes, durante el mes de abril de 1977, Marcos eligió quedarse un día en el Colegio, en el Taller de cerámica, con su horno fecundo.
Ese día modeló con sus manos un torito pequeño y macizo. Lo horneó. Luego lo envolvió delicadamente en una cajita de cartón floreada y escribió una dedicatoria dirigida a papá, que había sido docente en ese mismo espacio, con un abrazo para todos. El torito marrón, el toro bravo, pequeño y macizo, muestra decidido una actitud, nos comunica en su “tensión de movimiento” el espíritu de una acción total, de un esfuerzo amoroso definitivo.
Una profunda convicción. Una despedida.


“Querido Peladín, aquí te doy un toro que pude hacer en mis ratos de ocio.
Es uno de esos bravos que no quieren bajar la cabeza, como vos tantas veces me explicaste.
Tuve que desproporcionarle las patas para que no se doblen por la arcilla, pero no importa.
Para nosotros es todo un símbolo. Los abraza muy fuerte
Marcos”

Marcos, hermano!
Una y otra vez
vuelve tu voz
rescatando el sentido.
Germina una fuerza rojiza,
Iluminada,
en la Memoria de ese largo mayo entumecido.
Nuestra Epifanía de juegos y de cantos
brotará en la Aurora,
sobre las olas milagrosas del Río.

Tu hermana Elsa Beatriz Luque
Septiembre 2022


¡MARCOS PRESENTE!
¡30.000 COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS DETENIDOS DESAPARECIDOS
PRESENTES
AHORA Y SIEMPRE!
ES GENOCIDIO

 

 

 

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