Publicado en Colegio, el domingo 24 de marzo de 2019

(Colaboración del CENBA en conmemoración del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia)

Recordar: del latín, volver a pasar por el corazón.
Podríamos comenzar poniendo “hoy recordamos…”, pero no lo hacemos: ¿por qué? Porque más allá de que la frase en sí sea genérica de las efemérides que se encuentran en los manuales, no lo hacemos porque creemos firmemente que recordar no es una acción que tenga un lugar fijo en el tiempo. Sostenemos que recordar es algo que se tiene que hacer todos los días: la memoria se ejerce y se transforma constantemente. La memoria, tanto como la verdad y la justicia, se milita. Y la militancia precisamente es algo que compartimos con nuestros 108 (sí, ciento ocho) compañeros desaparecidos durante la última dictadura militar (1976-1983). Desaparecidos, secuestrados, asesinados, torturados, y miles de adjetivos que no deberían ser asociados con la palabra compañero y tampoco con la palabra militancia. La militancia, tal como la vemos y como creemos que ellos la vieron en su momento, debería significar siempre alegría, emoción y fuerza en nuestra lucha por un mundo mejor.
El colegio como lugar de militancia permanente. El mismo colegio que los obligaba a usar uniforme, pelo recogido o corto por sobre dos dedos arriba de la camisa, corbata. El mismo colegio que les revisaba las mochilas antes de entrar. El mismo colegio en el que atravesaron los primeros años de su juventud. El colegio que los vió crecer y que también los reprimió. El colegio que hoy lleva, en una de sus aulas, el nombre de Vera, madre de Franca y una de las primeras en rondar la plaza allá por los años del horror.
Vera recuerda: en 1976 su hija le fue arrebatada. En 1977 comenzó a formar parte de la línea fundadora de las Madres de Plaza de Mayo y lucha hasta hoy día. Ella, como tantas otras madres y abuelas, mantiene viva la llama de los jóvenes de aquel entonces. Y nosotros ahora la conmemoramos a ella, con el Aula Vera Jarach del espacio del voluntariado para el curso de ingreso.
Porque los contenidos que se evalúan en los parciales del curso no son las únicas cosas, ni las más importantes, que unx chicx se tiene que llevar de un espacio de aprendizaje: la Memoria, la Verdad, la Justicia son cosas que se aprenden para nunca más olvidar.

Franca. Lugar:
A la mañana paso
cerca de un sitio rodeado de muros
altos, grises, tristes, sucios de carteles, de vote lista azul
Un día miro adentro:
es una villa miseria.
Gente,
más gente.
Vestida de tela barata y desnuda de felicidad.
Una chica me ofrece limones: "cien la docena, cómpreme"
Tiene trece años, más o menos mi edad.
Un almacén en ruinas,
con ratas, con suciedad, lleno de microbios.
Es un sitio rodeado de muros sucios de crímenes humanos, que son sólo los nuestros.
Seguramente, como Franca, tantos otros compañeros escribieron poemas en sus años de secundario. Porque no hay que olvidar que más allá de su militancia política, nuestros ciento ocho compañeros eran adolescentes (muchos de ellos ni siquiera alcanzaban la mayoría de edad) y, tanto como nosotros, tenían aspiraciones, sueños, pensamientos, ideas, amores y desamores, emociones y sentimientos intensos, pero por sobre todas las cosas, tenían convicciones y un amor y respeto hacia ellas que los movilizaba todos los días.
Por ellos, por ellas, y porque aunque nos hayan cortado nuestras flores más bellas y coloridas nunca podrán detener la primavera.
30.000 compañeros detenidos- desaparecidos: presentes.
Ahora y siempre.