Publicado en Colegio, el sábado 29 de septiembre de 2018

Sr. Rector, Sra. Vicerrectora, estimados colegas, miembros de la Asociación de Exalumnos, miembros de la Asociación Cooperadora, estimadas familias, flamantes egresados y egresadas.

Es para mí un honor haber sido invitado a compartir este momento con ustedes y despedirlos a través de estas palabras.

Estamos juntos desde el curso de ingreso en este camino que parecía tan largo, aunque hoy decimos que pasó tan rápido, compartiendo enojos, risas, enseñanzas, aprendizajes, tristezas y alegrías. Llegamos al final de esta etapa, en comunidad, valiéndonos de nuestras fortalezas y debilidades para construirnos como personas capaces de pensarnos y elaborar un proyecto de vida.

El Colegio es hace tiempo parte de la vida de cada uno de los que estamos aquí presentes. Muchas son las virtudes que en forma consciente o no hemos incorporado de él, pero también ha habido debilidades que fuimos afrontando y mejorando día a día. El conflicto que se genera en el accionar diario es sinónimo de que la institución vive y no hay por qué callarlo, sino afrontarlo y dar respuesta y solución a lo que la sociedad demanda.

Sé que son muchas las imágenes que hoy se les vienen a la mente, anécdotas, vivencias, amistades que serán para siempre; sólo les pido que reconozcan y valoren lo positivo de este tiempo compartido y el esfuerzo de las familias de cada uno de ustedes para poder hoy estar aquí recibiendo el anhelado diploma.

Las personas nos encontramos en la vida con el propósito de descubrir quiénes somos en realidad y para darnos cuenta de aquello que deseamos alcanzar. Hubo también momentos dolorosos e injustos, pero después entendemos que fueron parte del aprendizaje para poder descubrir nuestras propias fuerzas, porque las caídas así como los triunfos crean a la persona que somos.

Que todo lo que hayan podido incorporar en este tiempo les sirva para mirar la realidad que los rodea con agudeza, escudriñando causas y consecuencias. No sean personas que transitan su vida hojeando la realidad, quien hace lectura rápida de lo que sucede a su alrededor termina siendo servil a que nada cambie. Sólo siendo agudos en la mirada podrán ser reales agentes de cambio.

Desarrollen y cuiden la sensibilidad por el otro, por las necesidades humanas, necesitamos un mundo en el que nos comprendamos más, que nos respetemos, que nos hermanemos. La soberbia es propia de los mediocres y ustedes no lo son. Vivan en contacto con el dolor humano y la pobreza, que el dolor de los otros los afecte, los interpele, los movilice, los inquiete, les impida dormir, los motive para pensarle nuevas posibilidades a la realidad. No se conformen el día de mañana con ser profesionales exitosos en contextos fracasados. Necesitamos de ustedes, jóvenes, para mejorar lo que nosotros, los adultos de hoy, no pudimos.

Sean sensibles, no sean neutrales, participen en las cuestiones públicas, involúcrense, hagan valer lo que han aprendido y lo que seguirán aprendiendo. No olviden ser felices. Pero no sean felices en soledad. Sean felices dándolo todo para hacer mejor y más llevadera la vida de los otros.

De nada sirven los conocimientos sino los ponemos al servicio de nuestro prójimo, de nada sirve lo que incorporamos en estos años de estudios sino logramos ser útiles y comprensivos con quienes nos necesitan.

Me quiero despedir con un relato de Eduardo Galeano que dice; a orillas del mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos. Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición, entre indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra al artista que se inicia. Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos y los incorpora a su arcilla. La mejor obra se entrega, y en ese traspaso hay enseñanza y responsabilidad. Pero también ese gesto inaugura un camino nuevo que será distinto al anterior, y al que dará forma quien lo protagonice recorriéndolo con luz nueva.

Ese es nuestro trabajo como docentes, legar a ustedes nuestra mejor obra para que cada uno pueda construir su vida de la mejor forma y para que puedan regresar a nuestro querido Colegio a nutrirse y a nutrirlo. Para que nosotros, como unidad académica no confundamos medios con fines, para que crezcamos en nuestro sentido de servicio; para que sigamos mirando agudamente la realidad; para que ayudemos a formar integralmente a nuestros estudiantes y docentes, y nos atrevamos como institución a explorar fronteras.

Queridos egresados y queridas egresadas, los felicito y les deseo éxito pleno en la nueva etapa que van a iniciar. No les deseo suerte, porque la suerte no necesariamente va unida al trabajo y al esfuerzo, pero si les deseo que disfruten cada emprendimiento que realicen y que, como pilotos de sus propias vidas, puedan alcanzar los más altos ideales de una existencia plenamente realizada y verdaderamente feliz, para cada uno y cada una de ustedes contribuyendo a que también los alcancen las personas con las cuales se encuentren o compartan el viaje por este mundo.


Muchas Gracias