Publicado en Colegio, el miércoles 11 de agosto de 2021

Estamos transitando el bicentenario de la Universidad de Buenos Aires y la Institución nos invita a celebrarlo bajo el lema de “Sembrando Futuro”. Tenemos con eso, solo con el título de la convocatoria, un ejercicio de reflexión muy interesante ¿Este presente, el nuestro, es en parte el futuro de aquellos ilustres que se animaron a fundar una Universidad en el marco de una Patria que estaba delineando sus perfiles identitarios más o menos permanentes? ¿Es la patria que hoy tenemos los argentinos en algo semejante a la que asomaba en aquellos debates fundacionales?
 
Las incomodidades ante esta propuesta de pensar en la perspectiva histórica devienen, en parte, de las incertidumbres que abrazaron aquellos primeros sueños de nuestros fundadores, de la inexistencia misma de una institucionalidad estatal que sirviera de punto de referencia. Los pactos invocados para la conformación del Estado Nacional se combinaron con la preexistencia de un puñado de instituciones que acudieron en socorro de formalidad. Una de esas instituciones, sin lugar a dudas, fue la Universidad de Buenos Aires, y en eso se basa la presunción de verla como preexistente al propio Estado Nacional. Quizás por eso la Universidad de Buenos Aires ha sido “la Universidad Argentina” sin que esto en nada quite mérito alguno a las otras prestigiosas Universidades con las que hoy cuenta nuestra sociedad.
 
La Universidad de Buenos Aires ha sido desde su nacimiento una Institución vientre del pensamiento argentino. Como hemos visto, desde nuestros claustros se ha pensado lo argentino antes de que existiera un Estado que institucionalizara nuestra identidad.
Seguramente en el apasionante ejercicio de pensar la Argentina como así también en la capacidad de formar los cuadros necesarios para hacer efectiva la esperanza colectiva, encontraremos respuestas, en parte, a algunos de los interrogantes que nos plantea el bicentenario de nuestra Universidad. Como bien ha señalado Alberto Barbieri, nuestro Rector, la Universidad de Buenos Aires “ha forjado a lo largo de su existencia miles de mujeres y hombres que pasaron por sus claustros, por sus aulas, y fueron referentes no sólo a nivel nacional e internacional en la cultura, en la ciencia, en la academia y en la política sino en todas las áreas del conocimiento”. Esta referencia ha sido puesta siempre al servicio del desarrollo nacional, entendido el mismo no solo en función de las potencialidades económicas sino también en virtud de la posibilidad de construir una sociedad inclusiva y con equidad. En ese sentido, nuestra Universidad, en tanto pública, gratuita y de calidad, es un constructo orgulloso de la vocación de los argentinos por la igualdad de oportunidades y condiciones.
 
Así también los son los emblemáticos establecimientos de educación media que de la UBA dependen: Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, Escuela de Educación Técnico Profesional en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria, Escuela de Educación Técnico Profesional de Lugano, Instituto Libre de Segunda Enseñanza, Escuela Preuniversitaria Ramón Cereijo, Escobar, y el más antiguo, el Colegio Nacional de Buenos Aires, una Institución con raíces históricas, previas incluso a la propia creación de la Universidad de Buenos Aires, y fundado como tal en 1863 por Bartolomé Mitre. Todos estos establecimientos tienen en común, y como reflejo de la Universidad que las nuclea, su carácter experimental y piloto, la organización de sus propuestas pedagógicas en torno a la tradición humanista, al incentivo de la creatividad individual, la libertad de cátedra y el reforzamiento de la autonomía intelectual y el pensamiento crítico. “Siembran futuro”.
 
Poner calidad en lo público es darles a nuestros jóvenes todo aquello que sea necesario sin distinciones de ningún tipo. Una sociedad que se piensa a sí misma y se produce con equidad tiene por ende un futuro de grandeza asegurado. Eso es la UBA, eso es Nuestro Colegio, presente de construcción y futuro siempre de grandeza. Debemos continuar trabajando duro día tras día y sin descanso; pero, sin lugar a dudas, mirando estos 200 años que evocamos, también tenemos mucho para celebrar.
 
Lic. Valeria Bergman
Rectora CNBA-UBA