Publicado en Comunidad, el viernes 19 de agosto de 2022

Marcelo Gorga es profesor de Educación para la Salud en el Colegio Nacional de Buenos Aires, médico especialista en neuropediatría y Licenciado en Filosofía. Participó del Concurso Cuadernos de Cátedra 2019 de la Universidad Nacional de San Martín, con su libro El diseño tecnológico de los niños. Se consagró ganador y desde julio del corriente año ya podemos encontrar la versión publicada por UNSAM Edita. El libro de Gorga, plantea lo afortunado que sería tener un debate sobre el desarrollo tecnológico de la conducta de niños, niñas y adolescentes, atravesando a la neurociencia por la ética.

 

¿Qué temas propusiste desarrollar en el libro?

 

Trabajo en bioética desde hace once o doce años, que es una forma de la ética aplicada a ciertos problemas que surgen a partir de la vida y de la salud. Es decir, que el objeto de estudio de la bioética es la vida, la salud y los problemas éticos que surgen a partir de vivir. Mi interés particular es por la neuroética, es decir, la aplicación de la bioética a problemas muy específicos que surgen a partir de la aplicación de los nuevos conocimientos sobre el cerebro. Esa nueva aplicación de los conocimientos sobre el cerebro se puede dar, por ejemplo, en el ámbito de la medicina, pero también en el de la educación, las leyes o de la política. Esto ha hecho que se identifiquen nuevos problemas que a lo mejor, anteriormente la bioética no los tenía tan visibles o visibilizados, y es la neuroética la que los aborda. Lo que yo propongo desde el libro es abordar las implicaciones éticas y las implicancias en derechos humanos que puede tener, el uso de determinados tipos de tecnologías sobre el neurodesarrollo. Hoy en día, contamos con la posibilidad de estudiar ciertos aspectos de la genética de los niños, y partir de ese conocimiento, sacar conclusiones acerca del neurodesarrollo. Es decir, de qué manera esa genética influye sobre el neurodesarrollo.

 

¿Cómo atraviesa la ética la biología y la neurociencia?

 

Hay algunos tipos de tecnologías, como pueden ser las farmacológicas, que a través de ellas se puede influir sobre el neurodesarrollo de un niño. Esa diferencia puede darse tanto a nivel de lo que es un neurodesarrollo patológico, es decir una enfermedad pero también existe, o existiría la posibilidad de que alguno de esos fármacos, inclusive se pudieran llegar a utilizar en niños que no necesariamente tengan una enfermedad. Eso genera todo un debate acerca de estas posibilidades que actualmente tenemos los adultos de llegar a diseñar ciertos aspectos de la conducta de los niños, niñas y adolescentes. Esto en sí mismo genera conflictos desde el punto de vista ético. La pregunta sería, ¿cuál sería un uso adecuado desde el punto de vista ético de estas nuevas tecnologías? Un uso que no se base exclusivamente en el deseo de los adultos en diseñar la conducta de los niños para que sea de tal o cual manera, sino que sea un uso que tome en cuenta fundamentalmente la condición de persona de los niños y su dignidad. Yo creo que esta discusión se debería dar en la intersección entre la medicina y la educación.

 

¿Qué pueden hacer las instituciones escolares para contribuir a la reparación de esta situación?

 

Más que una reparación es abrir el debate, sabiendo que estamos en un momento de la historia de la humanidad en la cual el desarrollo tecnológico alcanza un vértigo muy alto y una velocidad muy alta. Muchas veces empezamos a dar los debates acerca de las cuestiones éticas tardíamente, cuando esas tecnologías ya están entre nosotros. Inclusive ya se están aplicando. Entonces, sería necesario generar ámbitos así, como en los hospitales, por ejemplo, existen los comités de bioética, en el ámbito educativo también debería haber espacios en donde se pueda debatir acerca de las implicancias éticas. Lo que pasa, es que en el caso de la educación a nivel medio, estamos hablando de una población de niños, niñas y adolescentes, es decir, una población con una característica particular en cuanto a la vulnerabilidad. La dimensión ética es una dimensión que debe ser abordada, sobre todo, contribuyendo al debate y apuntando al objetivo de llegar a un pleno desarrollo humano de los niños.

 

Me hace acordar al diálogo en Fedro sobre el posible arte de escribir y la crítica que le hace Sócrates a la neutralidad de la retórica…

 

Sí. Esto requiere de un debate que tiene por un lado un aspecto epistemológico, si vos queres, y otro que es estrictamente ético, ¿cuál es el uso más justo de estas tecnologías? ¿Cuál es el uso más beneficioso? ¿Qué es verdaderamente bueno para el ser humano al momento de aplicar estas tecnologías? Ese debate está pendiente en el conjunto de la sociedad, porque nos vemos deslumbrados por el desarrollo científico tecnológico. De alguna manera es en muchos aspectos deslumbrante, pero muchas veces también se escapa de nuestras manos el poder manejar ese uso, hacer un manejo racional y un manejo ética. Esa... esa creo que es una discusión que habría que darle a todos los niveles, docentes y alumnos.

 

¿Creés que el determinismo biológico puede ser una consecuencia de la falta de debate?

 

Este es un viejo debate dentro del terreno de la filosofía, en cuanto si el determinismo al que estamos sometidos los seres humanos es biológico, social o de otro tipo. La pregunta central que desde el punto de vista ético sería muy importante considerar es ¿qué hacemos con la vida de las personas para que sea plena? En la medida que hagamos un mal uso de estas tecnologías podemos incrementar ese determinismo biológico y cómo consecuencia de eso, que haya un impacto a nivel de nuestra libertad, de nuestra autonomía. Ese es uno de los riesgos que corremos. Esta posibilidad de hacer una análisis crítico va a llevar a un uso más racional, más justo y que estás tecnologías no recorten nuestra libertad y nuestra posibilidad de tomar decisiones autónomas sino que todo lo contrario, que puedan llegar a potenciarlo de alguna manera.

 

Y, ¿pensas que el Colegio te aportó a tu desarrollo personal?

Sin lugar a dudas el Colegio me ha aportado muchísimo en cuanto a promover cierto análisis crítico de las cosas. En ese sentido es un ámbito muy propicio para eso, para que se generen los debates. Puede haber épocas o personas que promuevan más que otras esos debates, pero es un ámbito donde estos debates se pueden dar, y pueden servir inclusive como modelo para llevarlos adelante y para que se puedan replicar en otros espacios en donde a lo mejor esta costumbre de debatir las cosas no sea tan frecuente. El Colegio ayuda en esto, pero es algo que no se puede dar de manera pasiva, debe haber una actitud activa por parte de todos en identificar problemas y promover el debate sobre los problemas. Y que esos debates sean colectivos, que no se queden exclusivamente en que alguien escriba un libro o un artículo, sino que esa producción de conocimiento sirva para promover el debate. El Colegio tiene una tradición en ese sentido y muchísimas posibilidades de que esto efectivamente se haga. Depende un poco de todos los que formamos parte de la comunidad del Colegio para que finalmente se de.