Publicado en Colegio, el lunes 16 de agosto de 2021

La fecha que nos convoca es la conmemoración del fallecimiento del general San Martín a los 72 años, el 17 de agosto de 1850, en Boulogne Sur Mer. Particularmente esta efeméride vuelve una y otra vez a mi memoria. Recuerdo los actos escolares de mi niñez de forma muy vívida. El salón de música de mi escuela tiene todavía un amplio mural en el que un San Martín anciano contempla a su versión joven cruzando los Andes en un hermoso caballo blanco. Esas son las imágenes que vienen una y otra vez a mi mente y cuando fui honrada con la oportunidad de dedicarle unas palabras a don José, automáticamente volví al salón, sentí el frío del patio y evoqué las estrofas del himno que lo homenajea ensayado una y otra vez.

Los años fueron diluyeron lentamente el ritual que tanto amaba (era mi prócer favorito) y en su lugar afloraron aquellas preguntas que guardaba en silencio con prudencia y cierto pudor en aquellos actos signados por una fuerte impronta castrense: ¿en qué cruzó si no fue en ese brioso corcel del mural? ¿por qué se murió tan lejos?

¿Qué San Martín aparece en nuestros recuerdos, en nuestras evocaciones en pleno siglo XXI? Es a partir de estas imágenes, que elijo detenerme en dos momentos.

Con respecto al cruce de los Andes, en el Museo Histórico Nacional encontramos reiteradas escenas del general en su periplo trasandino en el tan mentado caballo, el primer oleo que inicia la serie es el de Martín Boneo del año 1865 que lo presenta así y de esta forma se seguiría replicando durante todo el siglo XIX y XX en la pintura histórica. Sabemos que fue en realidad, una gesta que hasta el día de la fecha es estudiada, que implicó un esfuerzo titánico y que la salud no acompañaba al general. Detrás de la imagen heroica de San Martín en primer plano de tantos óleos, está el complejo proceso de la independencia de nuestro país que no puede ser solamente visto de forma aislada sino como un plan continental de acuerdo con los hechos más evidentes: allí están las independencias de Chile y del Perú.

El proceso iniciado en 1816 en las Provincias Unidas del Río de la Plata tendría un efecto en todo el espacio geográfico sudamericano. Por lo tanto, para nosotros en el siglo XXI, la gesta sanmartiniana nos recuerda que somos parte de un continente con un destino en común que más allá de los derroteros políticos, por momentos trágicos, nos debe unir y proyectar al futuro.

La muerte, que lo encontró alejado de nuestra patria, como a tantos otros, producto de su negativa a inmiscuirse en los conflictos armados internos, su renuncia a todo tipo de ambición personal como fuera expresado en la famosa carta al general Fructuoso Rivera, tantas veces citada, nos muestran a un San Martín humano, alejado de su rango militar y su gloria, con una mirada de pacificación que lamentablemente no llegaría a ver en vida pero que nos deja un legado. Nos deja la misión de pensar en la trascendencia de nuestros proyectos más allá de las ambiciones personales.

 

Dra. Eleonora Gonano

Profesora Titular de Castellano y Literatura

IIH Instituto de Investigación en Humanidades