Publicado en Graduados, el miércoles 16 de octubre de 2019

Juan Pablo Ledo empezó a bailar a los 7 años. Mientras cursaba el CNBA, estudiaba ballet en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, y a los 16, en 4° año, entró al Ballet Argentino de Julio Bocca. Dio libres las materias, logró graduarse igual, hacer una carrera exitosa en la danza (es primer bailarín) y el año pasado se recibió de Abogado en la UBA.

Compartimos una entrevista con él.

  • Entraste a la escuela del Teatro Colón a los 15 y al Ballet Argentino a los 16, en pleno secundario, por empezar cuarto año. ¿Cómo fue compaginar esas dos vidas?

Hasta el día de hoy me pregunto cómo hice, porque fue muy intenso: cursaba el ISA del Colón a la mañana y el turno vespertino del Colegio, además de los TPs a contraturno, de física, biología, química… El Colegio te demanda todo. Y mis compañeros vivían para el Colegio. Yo llegaba muy cansado, tuve que dar el 4° año libre, porque justo a los 16 años entré al Ballet Argentino y tuve que elegir entre ir a cursar o hacer las giras internacionales. Lo mío era la danza: rendía cuando podía, y viajé por España, Italia, Grecia, Tailandia, Singapur, Israel… muy fuerte fue todo. En mi casa me apoyaron mucho. Luego me regularicé en 5° año y ya era más grande cuando me recibí.

  • ¿Cómo era la relación con los compañeros en esas épocas?

Los chicos me apoyaban mucho. Aunque no entendían nada de danza, sabían que estaba haciendo un sacrificio importante. He llegado a dar el presente y tener que retirarme una hora después para llegar a un ensayo general en el teatro. El corazón y la mente estaban puestos en bailar.

  • ¿Qué fue lo que te hizo seguir estudiando y graduarte de Abogacía, a pesar de ya tener una carrera consolidada en el arte?

Mis dos padres son abogados y en mi casa siempre se hablaba de estudiar una carrera. Desde los 10 años charlábamos de política, historia, y esa fue una influencia grande, aunque nunca me obligaron. Siempre fui muy curioso y me gustó estudiar. A los 16 años me cambió el mundo completamente, cuando pasé a ser un profesional en el Ballet Argentino. Sin embargo, hoy como abogado siento que tengo otra responsabilidad a la hora de ser ciudadano.

  • Trabajaste con Julio Bocca y Paloma Herrera. ¿Qué relación tenés con ellos?

Julio Bocca fue mi referente artístico. Con 16 años, trabajar con él fue nivelar para arriba: me ayudó a cambiar mi mentalidad, aprendí a encarar mi profesión con exigencia. Soy competitivo en el buen sentido, por dar lo mejor de mí. Con Paloma Herrera tengo una relación muy cercana, la aprecio mucho. Dos años antes de que se retirara, bailé con ella Giselle en el Colón y después viajamos. Hoy es mi directora y tenemos cierta complicidad por haber compartido varios escenarios.

  • ¿Sentís que el CNBA aportó a tu carrera? ¿En qué sentido?

Sí. A mí el Colegio me marcó para bien. Yo hoy les aconsejo a mis compañeros del Colón que manden a sus hijos ahí. El CNBA te marca una identidad; te prepara para afrontar una parte de la vida, te ayuda a desarrollar ideas. A mí siempre me gustó mucho leer y a partir del Colegio soy otra persona. Por eso nunca lo quise dejar. Además, es el orgullo de pertenecer a la UBA.

  • ¿Cuáles son tus proyectos a futuro?

Por las materias del final de la carrera de Derecho, dejé de lado la producción artística, el hacer espectáculos propios. Ahora que ya tengo el título estoy canalizando este año enfocando en la enseñanza, seminarios y clases. Además en el Colón estamos por estrenar La Cenicienta, con una camada de bailarines más jóvenes. Tengo muchos proyectos de trabajar con músicos y armar cosas nuevas.