Publicado en Graduados, el lunes 28 de marzo de 2022

Paula Coto es la directora ejecutiva de Chicas en Tecnología, la organización de la sociedad civil sin fines de lucro que desde 2015 busca cerrar la brecha de género en ciencia y tecnología. Es graduada CNBA, licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y magíster en Educación por la Universidad de San Andrés. Estudió Public policy data oriented, en la University of Strathclyde Glasgow, con una beca Chevening en Reino Unido.

La entrevistamos para conocer la situación de las mujeres en la industria tecnológica y cómo, con su trabajo, puede mejorar las oportunidades de adolescentes y jóvenes.


 ¿Por qué las adolescentes no consideren a la tecnología como una opción de carrera?

Hay varias barreras que tienen que enfrentar las mujeres para poder encontrarse en las áreas STEM (science, technology, engineering and mathematics), que vienen de estereotipos, sesgos y representaciones sociales. Por empezar, la idea de que las mujeres son más emocionales termina influyendo en la mirada que las jóvenes tienen sobre sí mismas. Por otro lado, hay falta de información sobre las carreras y escasean los modelos a seguir. Las mujeres, por ejemplo, no tienen tanto acceso a liderazgos femeninos dentro del sector. Si bien fueron importantes en la historia de la computación, las mujeres están escondidas en la historia de la ciencia y la tecnología.

¿Qué pueden hacer los colegios para revertir esa situación?

Hay que empezar por trabajar el desinterés de las jóvenes en la matemática. Hay investigaciones que dicen que las niñas empiezan con un interés que luego se revierte con el paso de los años, porque ellas mismas empiezan a sentir inseguridades sobre su performance, vinculadas a estos estereotipos de género inconscientes. Por eso, parte del trabajo de las escuelas es hacer visibles esos sesgos y mostrar las salidas profesionales que tienen las áreas de ciencia y tecnología, donde menos del 30% son mujeres.

¿Cómo es Argentina en términos de mujeres en tecnología comparada con otros países?

Las cifras son similares a nivel mundial y Argentina no es la excepción. En términos regionales, Argentina ya avanzó en ciertas conversaciones sobre la participación en distintos espacios de las mujeres y de quienes se identifican con el género femenino, lo que todavía es deuda en otros países de la región.

¿Cómo impacta esta situación en las empresas?

Menos del 30% de los puestos en la industria laboral de tecnología están ocupados por mujeres. Eso las deja por fuera de un mercado laboral importantísimo. Hoy, el 94% de las apps que usamos está creada por hombres. Y tiene un impacto mayor de lo que pensamos, porque no es solo un problema de cantidad, sino de que quienes están creando esa tecnología, la están creando con fuertes sesgos sociales. Es más; una vez que las mujeres acceden a posiciones, siguen enfrentando desafíos: además de la conocida brecha salarial, hay una investigación interesante de Facebook, donde se muestra que las mujeres tienen un 35% más de posibilidades de que les rechacen las líneas de código que crean.

¿Notás compromiso por parte de las compañías? ¿Se están tomando medidas?

El compromiso del sector privado es alto y se pone de manifiesto en diversidad de estrategias, formación, programas de becas, pasantías o mentoreos, con el objetivo de acercarlas al ecosistema de una forma integral. En Chicas en Tecnología, trabajamos con empresas como Disney, Salesforce, Mercado Libre, JP Morgan, que están preocupadas por el tema, y con otras más pequeñas, donde se viene impulsando una construcción de tecnología y ciencia diferente. 

¿Qué consecuencias tiene esa falta de participación en las tecnologías que usamos todos los días?

La falta de participación crea una tecnología diferente. Está probado que los equipos diversos crean tecnologías más inclusivas. Por ejemplo, el año pasado hubo un tema con Google porque el traductor tenía una forma particular de traducir aquellos lenguajes que que no distinguen femenino o masculino. Cuando traducía el verbo “trabaja”, decia “él trabaja”. y cuando era “lavar los platos”, traducía “ella”. Esa mirada es una lectura del mundo. Y pasa porque detrás de ese desarrollo de tecnología hubo una mirada masculina únicamente. Pasa lo mismo con la inteligencia artificial que se usa para agilizar procesos, como por ejemplo la selección de personal. Amazon estuvo 10 años entrenando un algoritmo para seleccionar los currículums vitae de las personas, y lo entrenó con quienes formaban parte de la empresa. Al momento de hacer las selecciones, resultó que desestimaba los CV que decían “she” o “her”. 

Y hay que poner atención, porque además de la brecha de género, hay muchas otras, culturales, económicas, y más. Nikon, de cámaras, desarrolló una tecnología que sacaba fotos de forma automática al mirar la cámara, pero en Asia no funcionó porque la tecnología consideraba que las personas estaban mirando con los ojos cerrados. 

¿Qué trabajo hacen desde Chicas en Tecnología?

Tenemos tres líneas de trabajo principales para incorporar a las jóvenes. Primero, la investigación, que es generar datos y evidencia que den cuenta de la brecha que existe. Luego, la rama más fuerte, que es la de formación y desarrollo de jóvenes de entre 13 y 23 años. Elegimos esa edad porque a principios de la adolescencia es donde más se nota ese desinterés en las áreas STEM y porque es cuando las jóvenes comienzan a elaborar su vocación. Hacemos talleres, webinarios, espacios de mentoría con lideres, programas para armados de CV, entrevistas profesionales, portal de empleo, pasantías con empresas, becas, puentes con universidades, y más. Por último, hacemos un trabajo con los distintos actores del ecosistema tecnológico-emprendedor, para generar cambios profundos y trabajar en la incorporación y permanencia de mujeres en el sector. Acompañamos procesos de formación para docentes, empresas y espacios de trabajo en red.

¿Y a vos, cómo fue que te atrajo el mundo de la innovación tecnológica? Porque venías de otro tipo de formación.

Mi recorrido viene del mundo educativo. Me fui desarrollando en la investigación, el acompañamiento del sector público y el desarrollo de oportunidades para jóvenes. En esa trayectoria tuve la posibilidad de ver las oportunidades que daba la tecnología. Una gran cantidad de mis amigos son programadores, y cuando me muestran sus creaciones, quedo admirada y fascinada con todo lo que pueden cambiar. Por estas mismas cosas que hablamos, me fui metiendo en las áreas de tecnología más de grande. También tuve la oportunidad de estudiar en Reino Unido y eso me permitió volver con una mirada de datos, conocer otros contextos y ver la mirada de ellos en torno a la creación de tecnología.

¿Pensás que el CNBA te aportó a tu desarrollo profesional?

Todos los que pudimos ir al CNBA tuvimos una oportunidad única, porque pudimos acceder a muchos conocimeintos desde muy jóvenes, a diferentes idiomas… Aprendimos a tener una mirada muy amplia sobre cultura general y a siempre estar reflexionando. Obviamente, me hubiera encantado tener más informática en el Colegio, pero el balance es positivo.

¿Si pudieras darle una recomendación vocacional a una estudiante de entre 13-18 años que va al CNBA, qué le dirías?

El mejor de los consejos, que me dieron a mí en en el secundario, es explorar todo, preguntar y entregarse a la curiosidad. Me encantó participar de la orientación vocacional a chicas de 5° año, porque es interesante acompañarlas y ayudarlas a explorar sus inquietudes. Chicas en Tecnología trabaja para que las mujeres puedan despertar esa vocación y que vean si les interesa.